El efecto quitamanchas
- Connie Hunter
- 5 days ago
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A veces pienso que la publicidad nos dejó muy arraigada la idea de la inmediatez. En apenas 30 segundos, un anuncio nos muestra el antes y el después: el problema y su solución perfecta. Por años hemos visto esos comerciales de detergentes donde, casi por arte de magia, una prenda manchada queda impecable en un abrir y cerrar de ojos gracias al poder de ese producto milagroso. Y aunque en la vida real no ocurre en segundos, lo cierto es que muchos detergentes sí cumplen su promesa en un tiempo razonable. Así que el famoso “efecto quitamanchas” tiene algo de verdad… pero también un peligroso eco simbólico.
Mi teoría es que ese efecto quitamanchas se nos infiltró en la mente. Y hoy queremos que todo funcione igual: rápido, visible y sin esfuerzo. Esperamos resultados inmediatos. Con una pastilla pensamos que ya nos curamos. Tomamos un suplemento un día y creemos que el cuerpo lo recordará para siempre. Caminamos una hora o vamos al gimnasio una semana y nos decepciona no ver cambios enseguida.
¿Cuántos suplementos has comprado, usado una sola vez y dejado a medio frasco?¿Cuántas dietas empezaste con entusiasmo y abandonaste a los pocos días, para luego decir “nada me funciona”? ¿Y cuántas veces te propusiste tomar más agua, leer cada noche o visitar más seguido a alguien querido… y después de hacerlo una vez, simplemente lo olvidaste?
El efecto quitamanchas, para mí, nos hace olvidar una palabra esencial: constancia.Porque sí, quitar una mancha puede ser un acto único, pero pretender que todo en la vida funcione igual —rápido, sin repetición, sin proceso— es una receta segura para la frustración. No todo debe ser un acto de una sola vez.
Ahí es donde entran los hábitos: esas pequeñas acciones repetidas día tras día que, sin darnos cuenta, van moldeando quiénes somos.
Recuerdo una conferencia que dio Norberto Chaves, un gran pensador y maestro argentino del diseño de identidad corporativa, en la Universidad Casa Grande hace casi veinte años. Les pidió a mis alumnos que hicieran un recuento del tiempo que dedicaban a cada actividad diaria y sumaran las horas en una semana o un mes. “Así sabrán en qué se están convirtiendo”, dijo.Si la mayor parte del tiempo la dedicas al ocio, terminarás siendo experto en ocio.Y si la dedicas a aprender, crear, cuidar o crecer, eso mismo se convertirá en tu vida.
Hacer algo una sola vez puede limpiar la “mancha” de la culpa o la intención, pero no transforma. La verdadera limpieza —la que purifica hábitos, mente y propósito— ocurre cuando repetimos con conciencia. Cuando elegimos actuar no solo para quitar la mancha, sino para evitar que vuelva a aparecer.
Observar nuestros actos cotidianos es el primer paso. Porque ahí, en la suma de gestos pequeños, está la posibilidad de una vida más coherente, más sana y más fiel a lo que realmente queremos ser.


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